Viaje sensorial sensorial de un catador

Viaje sensorial sensorial de un catador

Carlos de Piérola

 

Después de permanentes sesiones de cata los sentidos se exacerban y están atentos a todo, más allá del vino.

– Desde la cocina llega un olor y pienso que es un malbec joven pero no, es el yogur de fresa de mis hijos.
– En el mercado un membrillo, maracuyá o toronja son un sauvignon blanc.
– Todo encaja: ese bloqueador de nombre hawaiano tiene que estar hecho con roble americano.
– Paso por el grifo y pido que llenen el tanque con riesling del 95.
– Salgo a caminar en la noche y sobre los muros de las casas cuelgan flores de torrontés.
– Como un sánguche de jamón ahumado y tengo dudas: ¿syrah o monastrell?
– Le dan a probar a mi esposa prueba unos perfumes en la tienda: ¿Italia o torontel?
– Llego a un bosque de eucaliptos en la sierra del Perú y pregunto adónde es la feria del cabernet chileno.
– El asfalto de esa pista recién hecha me recuerda a un vino con barrica muy tostada.
– Muerdo una manzana ácida y pienso en Portugal y sus vinhos verdes.
– El paquete de mantequilla despide aromas de chardonnay californiano de los 90.
– Ese chocolate de pasas y pecanas tienen que haberlo hecho con quebranta.
– Me ofrecen una tapa con pimiento piquillo dulce y pido que me la sirvan en una copa: es un Carménère!
– En el puesto de flores pido rosas y violetas pero me despachan un Barolo y un Malbec del valle de Uco.
– Salgo de la panadería pensando que estuve en una bodega de Champagne.
– Llego al muelle de Pescadores y pido dos kilos de Fino y unos filetes de Manzanilla.
– Voy a una tienda de muebles, todo huele a cuero y compro un sofá Gran Reserva.

 

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