Acabó la siesta del vino argentino

Acabó la siesta del vino argentino

En el Perú ya sentimos ese cambio y se refleja en un importante crecimiento de participación en los anaqueles y en una mejora de la calidad promedio.  Comentamos algunos vinos llegados en esta última oleada.

Séptima Malbec 2003: la tentación maniqueísta siempre acecha a los temas apasionantes y hoy quiere crear dos bandos irreconciliables en el mundo del vino: por un lado los  productores pequeños: bodegas familiares, boutique y “garage” y por el otro las  gigantes transnacionales. El arte y el romanticismo  enfrentados al frío “know-how”. Por suerte la realidad está por encima de las militancias y les hace poco caso. Al final el que habla es el vino. Séptima es la bodega mendocina del grupo catalán Codorniu. Han logrado con este Malbec un producto con tipicidad y carácter; fragante y directo, con frutos rojos y leves tostados, buena materia y estupendo final. Excelente compra. S/. 31

Críos Torrontés 2005: acaba de llegar a Lima. Y no es un error ¡es 2005!. La uva Torrontés es la cepa criolla argentina por excelencia. Este Críos tiene un color amarillo con reflejos acerados. Aromas de peras de agua maduras, manzanilla y caramelo de limón. En la boca una acidez viva y un halo graso que recuerdan a cáscara de mandarina. Todavía un poco despeinado y con la ropa arrugada por el viaje, necesita unas semanas en botella para que se ordenen sus componentes y poder alcanzar la virtud del equilibrio. S/. 39

Lagarto 2003: de la bodega de Paul Hobbs. La presentación y el nombre de este vino son lo suficientemente originales como para espeluznar al conservador y cautivar al vanguardista. Dentro de la botella encontramos un Merlot con aromas a frutos como el saúco complementados con sensaciones licorosas con un alto nivel de madurez que lo hacen delicioso. Sin embargo es más que una mermelada con alcohol.  Detrás hay un soporte muy serio de taninos rugosos, inmaduros aún, que cuando se pulan nos dejaran un vino redondo. S/. 55

Altavista Grande Reserve 2001: las sensaciones de vainilla, leche y chocolate en un vino  son naturalmente atractivas. Y es que contienen un toque de dulzor que nos acerca a nuestro yo más infantil. Pero este vino no se queda en el plano pueril. En la boca un ataque con gran vivacidad, excelente recorrido mostrando un buen nivel de madurez en la fruta y un final con taninos presentes pero maduros. Equilibrado y con buena persistencia. Un vino placentero. S/. 82

(Autor: Carlos de Piérola. Pubicado previamente en el diario El Comercio – 23/06/2005)

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