Terroiristas escondidos en el Maipo

Terroiristas escondidos en el Maipo

Preguntado sobre por qué cree que los vinos de esta bodega son distintos ha dicho: “Mi respuesta es la misma siempre. Una ubicación magnífica, viñas viejas situadas en lomajes, rendimientos bajos, muy bajos, enología no intervencionista y sobre todo, un profundo compromiso con la más alta calidad posible”

La veracidad de este discurso quedó demostrada en una cata vertical que nos ofreció en la que comenzamos con la primera cosecha 1996 llegando a probar barricas de lo que será la mezcla 2007. Vinos con el mismo temperamento y caracteres diversos.

Ya de regreso en Lima tomamos otro vino de esta bodega: Alba de Domus 2004, que se vende por estos lares en alrededor de los US$ 30. Queríamos comprobar si tenía ese aire de familia y si encontraríamos ese sentido de lugar que reflejaban sus hermanos mayores. Eso sucedió y tal vez la única diferencia importante con los Domus Aurea era una menor concentración. Este Alba presenta una nariz con una tipicidad de la propiedad. Los frutos rojos y negros se entremezclan con ese carácter balsámico expresado en mentol y eucalipto. También susurros lácticos y un marco de tostados muy bien integrados al conjunto del vino. En la boca es impactante y sus 14.4º no son un artilugio para obtener algún objetivo pagano. En todo caso no estorban y el vino no pierde su carácter bordelés con un gran equilibrio. Es un vino sabroso pero para nada goloso, con una linda acidez y unos taninos muy nobles y un paso de boca elegante que invita a seguir tomando. Un vino largo con gran persistencia, que te emociona y te gusta más después de conocer el lugar y las personas que están detrás de él, sabiendo que la inspiración siempre será el suelo y las características naturales de la zona.

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